viernes, 27 de abril de 2012

Iron Maiden - The Number of the Beast (1982)





A finales del año 1981, Iron Maiden comenzó a gestarse como una de las bandas referentes del heavy metal mundial. Tras la publicación de sus dos primeros discos, Iron Maiden y Killers, la agrupación londinense gozaba de un buen estatus que se acrecentaría con el paso de los años. No obstante había un problema que podía estropear todas aquellas ilusiones por hacer a la banda mucho más grande: Paul Di'Anno. El cantante empezó a encontrar en el alcohol y en las drogas, la respuesta para paliar su estado de infelicidad y depresiones ante los numerosos conciertos que estaba empezando a realizar la banda. En más de un concierto salía al escenario en un estado lamentable y el resto de miembros (sobre todo el bajista y fundador del grupo, Steve Harris) llegaron a pensar que acabaría con la propia formación. La consecuencia, como no podía ser de otra manera, fue la expulsión del propio cantante. Inmediatamente la banda realizó audiciones para encontrar a un sustituto y poder preparar el material para el siguiente disco. Finalmente el elegido fue Bruce Dickinson, ex-vocalista de Samson. Samson era una banda de relativo éxito en el Reino Unido y con la cual llegaron a tener algunos problemas los miembros de Iron Maiden. Aunque al principio el manager del grupo, Rod Smallwood, se resiste a la contratación de Dickinson, finalmente acepta la proposición de Harris tras ver al vocalista durante un concierto de Samson en el Reading Festival, un mítico festival británico.
Con todo resuelto, la banda se pone manos a la obra para, entre finales de 1981 y principios de 1982, grabar los nuevos temas que compondrán The Number of the Beast. Una grabación no exenta de extraños sucesos, según la prensa británica, como el encendido y apagado de luces sin motivo alguno, rotura del equipo de grabación.....y el más sorprendente de todos: el accidente de coche del productor (sin consecuencias mortales), Martin Birch, contra un autobús lleno de monjas y el posterior pago de las reparaciones, cifrado en 666 £. Sorprendente o no, verdad o mentira, lo cierto es que con la publicación de su tercer álbum la banda consiguió la confirmación necesaria a nivel mundial. Consiguieron su primer número uno en unas listas (las británicas concretamente) y, desde entonces hasta hoy, la cifra de ventas se ha situado en unos 14.000.000 de copias mundiales. Una extensa gira por todo el globo terráqueo acabó por debilitar al batería Clive Burr, que abandonaría el grupo a finales del año 1982 y sería sustituído por el, desde entonces, batería Nicko McBrain. La leyenda de "la doncella de hierro" no había hecho más que comenzar.

viernes, 6 de abril de 2012

The Mars Volta - Noctourniquet (2012)





The Mars Volta son una formación que nunca se ha conformado con cualquier cosa. Como buena banda progresiva, siempre han intentado componer canciones que tuviesen elementos diferentes al resto y que no se encasillaran con cada nuevo trabajo. Desde luego la palabra experimentación ha sido su sello de identidad. Todos los discos de la formación americana (de origen latino para algunos componentes) son diferentes entre sí, aunque todos mantienen una misma esencia. En 2003 publicaron su debut, el genial De-Loused in the Comatorium, y desde ese momento se podía apreciar que no eran una banda cualquiera. Temas de mayor o menor duración, con mayor o menor intensidad pero que formaban un conjunto perfectamente engrasado. En 2005 publican el que, para un servidor, es su mejor trabajo: Frances the Mute. Un álbum conceptual (el segundo tras su debut) compuesto por cuatro temas de larga duración y uno (The Widow) que llegó a convertirse en una de las canciones más radiadas por las emisoras estadounidenses de rock. En 2006 le tocó el turno a su tercer disco: Amputechture. Este tercer trabajo parecía una mezcla entre sus dos predecesores, aunque también contendría elementos diferenciadores con respecto a ellos. Sus dos últimos trabajos (sin incluir el que nos ocupa en esta ocasión), publicados en 2008 y 2009 respectivamente, supondrían una pequeña partida con respecto al sonido de los inicios: The Bedlam in Goliath fue un disco surgido tras un proceso de grabación bastante alocado, bastante influenciado por las drogas y en el que llegaron a usar una güija. El resultado final contendría canciones de corta duración y con bastante adrenalina, sin apenas dejar tiempo para el descanso del oyente. Octahedron supondría, en palabras de las dos mentes de la banda (Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala), la consideración de lo que ellos entendían por disco acústico. Aunque en la práctica no lo parezca del todo.
Con su nuevo trabajo, grabado hace unos tres años pero publicado en éste, la búsqueda de la banda por no sonar parecida a sus anteriores trabajos vuelve a tomar un nuevo giro. En esta ocasión el elemento diferenciador no es otro que el uso de la electrónica. La partida del teclista Isaiah "Ikey" Owens supuso un punto de inflexión, ya que apenas encontramos restos de su trabajo en los anteriores álbumes. El uso de teclados y órganos vintage se cuenta por muy pequeñas dosis, prácticamente inapreciables, en detrimento de bases electrónicas y efectos sonoros para servir de fondo a los temas. Personalmente lo considero un sexto trabajo disperso, con muy buenos momentos y con otros no tan buenos, pero lleno de buena calidad en su conjunto. Seguramente a los fans del sonido más clásico de The Mars Volta no les habrá hecho demasiada gracia este nuevo paso. No obstante, siempre he defendido que un músico tiene que componer la música que a él le apetezca componer en un determinado momento, aunque también sabiendo de dónde viene.