viernes, 31 de agosto de 2012

The Darkness - Hot Cakes (2012)

 
 
 

Tras un largo periodo de separación, desde el año 2006 y en gran parte debido a la adicción que tuvo el cantante Justin Hawkins a las drogas con su posterior rehabilitación, los británicos The Darkness volvieron a reunirse el pasado año para comenzar una serie de conciertos antes de embarcarse en la grabación de su tercer álbum. 2005 fue el año de publicación de su último larga duración, One Way Ticket to Hell...and Back, un disco que supuso un pequeño paso atrás con respecto a su álbum debut, el exitoso Permission to Land, del cual se extrajeron temas como I Believe in a Thing Called Loved o Love Is Only a Feeling y que supuso un relanzamiento del hard rock en su sonido más setentero (AC/DC, Aerosmith, Queen, Led Zeppelin, Deep Purple o T-Rex, entre otros). Lo cierto es que el segundo trabajo no supuso el éxito del primero, ni siquiera las buenas expectativas que se esperaban de él. Con todo, la banda se embarcó en la gira de presentación del mismo y apenas duró un año ya que, como se ha comentado antes, Justin Hawkins comenzó una fase de enganche a las drogas de la que tardaría años en rehabilitarse.
La disolución de la banda, propició el nacimiento de otra (Stone Gods) con componentes de The Darkness, como su hermano Dan Hawkins o el sustituto de Justin, Richie Edwards, y con la grabación de un único álbum, el cual tuvo poco éxito. Poco tiempo después de la formación de Stone Gods, Justin Hawkins, ya rehabilitado prácticamente de su adicción a las drogas, forma la banda Hot Leg de la cual se publica también un único disco, pasando con más pena que gloria en las listas británicas. Finalmente, a finales del año 2010, surgen los rumores de una posible vuelta de la formación original de The Darkness para una serie de conciertos y un posible nuevo disco. Los rumores se hacen realidad a principios del 2011 y los miembros originales, con Justin Hawkins al frente, se reúnen para una serie de conciertos y con el planteamiento de publicar un nuevo trabajo para el año siguiente. Tras la vuelta a los escenarios, la banda se mete en el estudio del guitarrista y hermano de Justin, Dan Hawkins, para grabar éste que es su tercer trabajo.
 

viernes, 10 de agosto de 2012

Judas Priest - Sad Wings of Destiny (1976)





Si Black Sabbath es considerada como la primera banda de metal la historia, la siguiente en seguir su legado es Judas Priest. El metal de Black Sabbath tenía todavía un sonido primitivo, muy cercano al blues y al hard rock pero que resultaba oscuro y pesado con respecto a lo que hasta entonces se había podido escuchar. Judas Priest consiguió captar ese sonido y llevarlo a un nuevo nivel, mucho más técnico y rápido, sobre todo a partir de la década de los ochenta. Además también se suele asociar a estos últimos como la banda referente en cuanto a la estética propia del movimiento heavy (chupas de cuero, que ya utilizaban los Sabbath en sus inicios, y muñequeras y cinturones con pinchos). Entonces, si Black Sabbath estableció las bases del género metal y por tanto abrió el camino, Judas Priest las pulió hasta crear el sonido del heavy metal más clásico y que posteriormente utilizarían otras bandas británicas, de principios de la década de los ochenta, como Iron Maiden, Motörhead, Def Leppard o Saxon.
El álbum que hoy nos ocupa se trata del segundo larga duración de la banda de Birmingham. Su primer disco, titulado Rocka Rolla (1974), tenía un sonido más cercano al hard rock clásico, que podía realizar Led Zeppelin, junto con tintes de rock progresivo, que durante aquellos años era uno de lo movimientos más importantes en el mundo del rock. Finalmente la banda no quedó muy satisfecha con el sonido de ese primer álbum y decidieron darle un lavado de cara para el siguiente. La base de hard rock se mantiene en este segundo disco, pero el grupo va más allá y, teniendo en cuenta la enorme influencia que había ejercido Black Sabbath, ejecutan riffs pesados y técnicos (aunque todavía algo lejos del nivel que mostrarían en años posteriores) y una voz (la de Rob Halford) capaz de llegar a entonar notas muy agudas, una de las características del heavy metal de corte más clásico. Este segundo disco supuso el lanzamiento definitivo de los Judas Priest hacia el estrellato, siendo el número de ventas muy superior al de su primer trabajo y captando la atención de una discográfica de la talla de Columbia. A partir de ese momento llegarían las grandes giras mundiales, el éxito masivo y la inscripción con letras de oro en la historia del metal.