Si Black Sabbath es considerada como la primera banda de metal la historia, la siguiente en seguir su legado es Judas Priest. El metal de Black Sabbath tenía todavía un sonido primitivo, muy cercano al blues y al hard rock pero que resultaba oscuro y pesado con respecto a lo que hasta entonces se había podido escuchar. Judas Priest consiguió captar ese sonido y llevarlo a un nuevo nivel, mucho más técnico y rápido, sobre todo a partir de la década de los ochenta. Además también se suele asociar a estos últimos como la banda referente en cuanto a la estética propia del movimiento heavy (chupas de cuero, que ya utilizaban los Sabbath en sus inicios, y muñequeras y cinturones con pinchos). Entonces, si Black Sabbath estableció las bases del género metal y por tanto abrió el camino, Judas Priest las pulió hasta crear el sonido del heavy metal más clásico y que posteriormente utilizarían otras bandas británicas, de principios de la década de los ochenta, como Iron Maiden, Motörhead, Def Leppard o Saxon.
El álbum que hoy nos ocupa se trata del segundo larga duración de la banda de Birmingham. Su primer disco, titulado Rocka Rolla (1974), tenía un sonido más cercano al hard rock clásico, que podía realizar Led Zeppelin, junto con tintes de rock progresivo, que durante aquellos años era uno de lo movimientos más importantes en el mundo del rock. Finalmente la banda no quedó muy satisfecha con el sonido de ese primer álbum y decidieron darle un lavado de cara para el siguiente. La base de hard rock se mantiene en este segundo disco, pero el grupo va más allá y, teniendo en cuenta la enorme influencia que había ejercido Black Sabbath, ejecutan riffs pesados y técnicos (aunque todavía algo lejos del nivel que mostrarían en años posteriores) y una voz (la de Rob Halford) capaz de llegar a entonar notas muy agudas, una de las características del heavy metal de corte más clásico. Este segundo disco supuso el lanzamiento definitivo de los Judas Priest hacia el estrellato, siendo el número de ventas muy superior al de su primer trabajo y captando la atención de una discográfica de la talla de Columbia. A partir de ese momento llegarían las grandes giras mundiales, el éxito masivo y la inscripción con letras de oro en la historia del metal.
Lista de temas
Victim of Changes (10) Los primeros segundos de silencio se ven rápidamente interrumpidos con las guitarras eléctricas que van creciendo en forma de eco hasta desembocar en un poderoso riff, convertido ya en uno de los más identificables de la banda. Durante los primeros tres minutos el tema se va desenvolviendo en un rock pesado y de tempo lento aunque contundente, acompañado del potente y característico timbre de voz de Halford. Tras esos primeros minutos la canción parece tomarse un descanso con una pequeña pausa antes de la llegada del solo de Downing. Un cambio de riff sirve de introducción al clímax del tema: suavidad en las guitarras, delicados golpes de platillo y un bajo marcado pero muy liviano. Halford aparece en escena cambiando de registro y cantando como si de una pequeña balada se tratase. Es evidente la influencia del rock progresivo en la banda con este cambio de estructura. No tardará la canción en volver a la intensidad del principio, a medida que van ascendiendo el clímax hasta representar nuevamente la primera parte de la composición. Otro estupendo solo de guitarra, en esta ocasión a cargo de Tipton, abre paso y deja camino a Halford que termina el tema con un grito apoteósico. El disco abre con el primer gran clásico que tuvo la banda. No podía ser menos.
The Ripper (9) Guitarras dobladas dan paso a un primer riff que parece destinado a acuchillar, y no es broma ya que el tema trata acerca de Jack el destripador (Jack "The Ripper"). A pesar de su corta duración, es un tema con un estribillo muy reconocible y potente. Una de las señas de identidad que aportaba la banda. Buen solo de guitarra y finalización nuevmaente aguda a cargo de Halford, capaz de llegar a unas cuantas octavas en su registro vocal. Otro clásico más para la colección y que la banda aún continúa tocando en sus conciertos.
Dreamer Deceiver (10) Tercer tema, primera balada. Los suaves y delicados acordes de las guitarras acústicas acompañan a la suave y melancólica voz de Halford durante los primeros minutos, junto con la batería y el bajo que aparecen a partir del primero. Tras una nueva demostración del cantante en su variedad de registros, alternando los graves con los más agudos (que llegan a poner los pelos de punta), la guitarra eléctrica solista hace acto de presencia y se marca un excelente y precioso solo. Halford vuelve para atacar con fuerza y cerrar el tema con voz desgarradora. Maravillosa balada.
The Ripper (9) Guitarras dobladas dan paso a un primer riff que parece destinado a acuchillar, y no es broma ya que el tema trata acerca de Jack el destripador (Jack "The Ripper"). A pesar de su corta duración, es un tema con un estribillo muy reconocible y potente. Una de las señas de identidad que aportaba la banda. Buen solo de guitarra y finalización nuevmaente aguda a cargo de Halford, capaz de llegar a unas cuantas octavas en su registro vocal. Otro clásico más para la colección y que la banda aún continúa tocando en sus conciertos.
Dreamer Deceiver (10) Tercer tema, primera balada. Los suaves y delicados acordes de las guitarras acústicas acompañan a la suave y melancólica voz de Halford durante los primeros minutos, junto con la batería y el bajo que aparecen a partir del primero. Tras una nueva demostración del cantante en su variedad de registros, alternando los graves con los más agudos (que llegan a poner los pelos de punta), la guitarra eléctrica solista hace acto de presencia y se marca un excelente y precioso solo. Halford vuelve para atacar con fuerza y cerrar el tema con voz desgarradora. Maravillosa balada.
Deceiver (8) El final de Dreamer Deceiver se enlaza rapidamente con el comienzo de Deceiver, proporcionando un cambio de ritmo. De la suavidad y la delicadeza, propias de una balada, pasamos a un corte pesado y apabullante. Iniciado de manera muy natural, este corte proporciona la dosis perfecta de contraste con el anterior tema: un medio tiempo con paso firme, con otra nueva muestra de Halford a la voz y con contundencia instrumental. El final se cierra con la melodía principal de Dreamer Receiver, ejecutada gracias nuevamente a las guitarras acústicas.
Prelude (7,5) Única instrumental de todo el álbum. El protagonismo principal se lo llevan tanto el piano como la guitarra solista, ambos intrumentos tocados por Tipton. El tema es ejecutado en medio de una atmósfera oscura y siniestra. Pequeños toques de órgano y unas últimas notas de la guitarra sirven de abrupto final para dar paso al siguiente tema. Muy buena pieza.
Tyrant (9,5) Otro de los grandes clásicos de los británicos. El riff inicial ya aventura que nos encontraremos con otro tema contundente, en esta ocasión con una ejecución más rápida. El desarrollo es un claro referente para el heavy metal que se produciría a finales de la década de los setenta y, sobre todo, durante la siguiente. Gran trabajo a las guitarras, destacando las dos partes en las que se ejecutan los solos de guitarra de Downing y Tipton. Todo un juego entre ambos ases de la guitarra eléctrica. Extraordinario.
Genocide (7,5) Un medio tiempo que recuerda bastante a Rocka Rolla, un tema suyo aparecido en el anterior (y primer) disco. Tanto el riff principal, como las líneas de bajo y batería son muy setenteras en el sonido, apreciándose la incuestionable influencia de artistas contemporáneos como Led Zeppelin y Black Sabbath (principalmente de estos últimos). Curiosamente, en el interludio con la voz en off de Halford se puede escuchar el título de su siguiente disco: Sin After Sin. En definitiva, seguimos encontrando un gran y contundente trabajo instrumental junto con la excelente labor que realiza el alma mater de la banda: Rob Halford.
Epitaph (7) Pieza compuesta de piano y voces, exclusivamente. Muy atípico en su discografía y que nos hace recordar, en gran medida, a los primeros Queen aunque sin tanta teatralidad como la que realizaban Mercury y los suyos. Halford canta con voz melosa mientras un piano toca unas melancólicas notas a la vez que unas dulces voces sirven de coro. Un tema curioso para lo que ha ofrecido Judas Priest en toda su discografía, pero de calidad y sentimiento. Las últimas notas del piano (junto con las de Halford) se van perdiendo en el horizonte, mientras se va oyendo una guitarra eléctrica introduciendo lo que será el siguiente corte.
Island of Domination (8) Cierra el disco otro corte potente, muy en la línea de lo que se ha ido ofreciendo a lo largo de gran parte del mismo. Otro buen ejemplo de heavy metal primitivo, lleno de potencia y actitud. Hacia los dos minutos y medio el tema cambia hacia un tempo más lento pero sin falta de contundencia para volver pocos segundos después a la intensidad y el ritmo marcado de los pimeros minutos. La voz de Halford parece perderse en forma de eco al finalizar el tema. Gran manera de terminar este gran disco, uno de los primeros referentes en el origen del metal.
CALIFICACIÓN: 8,5
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