Cumplir cincuenta años en el mundo de la música no está al alcance de muchas bandas, unas porque han sufrido una separación definitiva o temporal tras años dedicándose al mundo y otras porque directamente tuvieron una etapa muy efímera (lo que siempre me ha gustado definir como simples modas pasajeras). Por todo ello, es digno y aplaudible ver a una banda como The Rolling Stones seguir al pie del cañón tras cinco décadas de carrera musical. Cinco décadas en las que se han producido cambios en la formación (aunque tampoco muchos) pero siempre manteniendo su propia esencia, adaptada a cada nueva década. En julio de este año que nos ocupa cumplieron el cincuenta aniversario de su primer concierto oficial, en el afamado club Marquee de la capital londinense, y el comienzo de una carrera meteórica en la que han producido veinticuatro discos de estudios durante estas cinco décadas. Solamente tres miembros se mantienen permanentes desde el comienzo: el vocalista Mick Jagger, el guitarrista Keith Richards y el batería Charlie Watts.
El álbum que nos ocupa en esta ocasión se trata del undécimo en la carrera discográfica de la banda. Tras una serie de primeros discos en los que enfocaban su música en torno al pop, la psicodelia y el rock and roll americano; comenzará una etapa de total consolidación mundial con la publicación de cuatro grandes discos de manera consecutiva: Beggar's Banquet (1968), Let It Bleed (1969), Sticky Fingers (1971) y Exile on Main St. (1972). Sticky Fingers sería el segundo álbum que realizaría la banda junto al guitarrista Mick Taylor, tras Let It Bleed sustituyendo al guitarrista (y multi-instrumentista) Brian Jones que murió en 1969 a causa de ahogamiento en su propia piscina, según el informe oficial (aunque se ha llegado a especular con asesinato). Difícil nombrar el mejor álbum de la banda, durante esos cuatro años tuvieron la mejor etapa de su vida en cuanto a creatividad, por lo que es bastante complicado decantarse por sólo uno. Lo cierto es que Sticky Fingers fue un disco esencial para el lanzamiento a nivel mundial de la agrupación. La portada del disco fue encargada al artista Andy Warhol y por primera vez aparece el famoso logotipo de la lengua, la seña de identidad por excelencia del grupo.
Lista de temas
Brown Sugar (10) De primeras ya nos encontramos con uno de los riffs más míticos de la banda. Un riff con el que Richards venía investigando desde años atrás, experimentando con las afinaciones abiertas de la guitarra. Un corte rockero de la vieja escuela, genial en la interpretación tanto vocal (estupendo estribillo y melodías) como instrumental. Los arreglos de piano están muy bien presentados y la participación del saxofonista Bobby Keys es más que destacable. Un clásico más de los muchos que tiene la banda.
Sway (9) Un inicio mucho más relajado, mucho más cercano al blues. Jagger se marca otro tanto a su favor, con unas melodías atrayentes y unos coros de acompañamientos exquisitos. Gran trabajo de Mick Taylor, el sustituto de Brian Jones aunque esta vez a la guitarra. Preciso y extraordinario solo de guitarra que acompañará a la banda hasta el final del tema junto a unos tímidos arreglos orquestales. Quizás algo monótona con el estribillo, pero no deja de ser excelente.
Wild Horses (10) La mayor parte de los seguidores (y no seguidores) de la banda suele nombrar a Angie como la balada definitiva de The Rollins Stones. Personalmente me ha acabado gustando algo más este tercer corte, incluso también diría No Expectations de su Beggar's Banquet. Las tres seguramente formarían el trío de baladas perfectas del grupo. El inicio acústico de Wild Horses a cargo de Taylor, acentuado con los punteos de guitarra eléctrica de Richards, consiguen poner los pelos de punta. El tema está inspirado en las propias experiencias de la banda con las drogas (al final será cierto que éstas consiguen crear, de manera directa o indirecta, grandes canciones), con melodías muy originales y un sentimiento expectacular. Los teclados ponen aún más dramatismo e intimidad al tema, la batería de Watts no se queda atrás y aporta el ritmo adecuado para el mismo. Dejo a Jagger para el final, su interpretación bien lo merece. Magnífica.
Can't You Hear Me Knocking (10) Riff asesino (otro más para la colección de Richards) para desarrollar una primera parte muy propia de los Stones. Guitarras, toques de órgano, ritmo acompasado en la línea de bajo y batería y mucha pasión en la interpetación de Jagger son los ingredientes perfectos para esta sección. Justo antes de llegar al minuto tres, el tema cambia de escenario y se transforma en una especie de improvisación de blues-jazz latino. Cualquiera podría decir que es el propio Carlos Santana y su banda los que se han colado en la canción y han puesto su granito de arena a la misma. Cuatro minutos de pura magia instrumental, destacando los fenomenales solos de saxo y de guitarra.
You Gotta Move (7,5) Corte pura y duramente bluesy. Aunque pueda parecer que ha sido ejecutado en un día de resaca de los Stones (lo cual no sería nada descabellado, por otra parte), lo cierto es que tiene un sonido muy propio del delta blues (se trata concretamente de una versión de un tema de Fred McDowell), uno de los primeros subgéneros de blues. Guitarras sucias, slides y voces arrastradas que nos trasladan inmediatamente al ambiente propio del delta del Mississippi.
Bitch (10) Otro brillante riff de Richards, que acompañará durante toda la duración del tema. Las melodías vocales ganan bastante cuando aparecen las trompetas para darle mayor majestuosidad al corte. Destacables, una vez más, las guitarras de Taylor y Richards (con un nuevo y poderoso solo de guitarra). Otro clásico.
I Got the Blues (8) Nuevamente encontramos un blues en el álbum. Se trata de un blues con mayor presencia instrumental, en el que las trompetas y el órgano (con un extraordinario solo) cobran bastante protagonismo. Influencia directa del gospel y una interpretación excepcional de Jagger, con esa voz soul y blues a partes iguales, dan como resultado un tema muy notable.
Sister Morphine (8,5) El tema que desprende depresión por los cuatro costados. De comienzo suave, muy acústico y con nuevos punteos de guitarra que incrementan aún más esa sensación de lamento y depresión. La batería y el resto de los intrumentos tardan en aparecer pero una vez todos reunidos se marcan una segunda parte bastante buena.
Dead Flowers (8) Un medio tiempo popero con un sonido muy americano, con guitarras country y un piano que constituye un estupendo acompañamiento. Jagger juega con las melodías de su voz hasta que desemboca en un buenísimo estribillo junto con los coros.
Moonlight Mile (9) Para finalizar nos encontramos con un tema que pone un broche de oro al disco. Guitarra acústica y piano de fondo, con ligeros punteos de guitarra eléctrica, y una batería y bajo que acompañan excelentemente a la voz de Jagger. Arreglos orquestales van apareciendo a lo largo del corte, dejándose notar todavía más a partir en la segunda parte. Final espléndido con el piano y las guitarras acústica y eléctrica. Magistral de principio a fin.
CALIFICACIÓN: 9
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